La creatividad peruana siempre ha sido algo excepcional, sin embargo, algo está cambiando en ese tejido de ideas: la inteligencia artificial empieza a asomar y, con ella, se multiplican las posibilidades para quienes viven de transformar la inspiración en valor. La llamada economía naranja se ha ganado un nombre propio en el país, agrupando todo aquello que transforma el talento y la innovación cultural en bienes y servicios: desde la música que resuena en festivales limeños hasta el diseño gráfico que revoluciona marcas, pasando por producciones audiovisuales, videojuegos y el software creativo que se exporta más allá de nuestras fronteras.
Artículos de interés
Uno de los impactos indirectos que hemos podido observar en los últimos años sobre la generación de contenidos y programas exitosos, propios de las industrias creativas, es el que proviene de la industria mexicana. Esta industria destaca no solo por sus manifestaciones artísticas —como sus ritmos contagiosos y el icónico mariachi—, sino también por otras expresiones, como las gastronómicas, entre las que se encuentran los famosos tacos, entre otras.
Perú es cantera de creadores. Si tuviéramos algo más que mejor suerte y una eficiente estructura del Estado, no hay duda de que podemos hacer temblar a grandes economías creativas como México e incluso Corea del Sur. Aunque el Dios es peruano, para mala suerte nuestra, parece que ya se desnacionalizó.
Lo que sí no se ha desnacionalizado es la creatividad y la generación de un grupo de creadores, jóvenes, que bien son llamados ahora como los Dibujitos. ¿Quienes son ellos? ¿Qué buscan?
El término “economía naranja” fue formalmente introducido en 2013 por Iván Duque Márquez y Felipe Buitrago Restrepo mediante su obra La economía naranja. Una oportunidad infinita ( CNN Español , ResearchGate , muse.jhu.edu ). Este término surge como una reinterpretación moderna de la economía creativa , originalmente conceptualizada por John Howkins en 2001.
La elección del color naranja no fue arbitraria: se buscaba un tono que evocara universalidad en clave cultural, espiritual y creativa.
El sector creativo, conocido como economía naranja, se presenta como una opción estratégica y viable para reducir las brechas de pobreza en el Perú y otras naciones de la región. Este sector aprovecha la creatividad, la cultura y el talento local para generar desarrollo económico, empleo digno y cohesión comunitaria.
Aportación Global y Contribución al Crecimiento
Según datos recientes de UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), las industrias creativas representan entre 0,5 % y 7,3 % del PIB a nivel nacional, dependiendo del país y del enfoque de medición (UN Trade and Development (UNCTAD)). A nivel global, varias fuentes estiman que la economía creativa aporta aproximadamente 3 % al 4 % del Producto Interno Bruto mundial. De hecho, el concepto de “orange economy” —el término latinoamericano para economía creativa— está estrechamente alineado con este rango (ODI: Think change, pacifictradeinvest.com).
El economista español Francisco Coll Morales, especialista en economía internacional y mercados emergentes, ha definido con claridad uno de los conceptos más influyentes en el desarrollo contemporáneo:
“La economía naranja es como se denomina al conjunto de actividades que consisten en la transformación de ideas en bienes y servicios de carácter cultural. En este sentido, dentro de la economía naranja, el valor está determinado por su contenido de propiedad intelectual.”
